6.4.06

[terremoto en Arganzuela]

Este popular distrito madrileño amaneció a primera hora de la mañana entre fuertes movimientos sísmicos que asustaron a más de uno.

La intensidad del seísmo apuntaba a un desplazamiento de tierra que pudo haber alterado en varios centímetros la inclinación del eje de rotación terrestre pero… al final se supo que no, que era una neousuaria del polideportivo de la zona peleando con su propio bañador pues no podía quitárselo ni a tiros…

Y es que ya está en marcha el II Plan integral vida sana, con el que se acaba de aprobar un paquete de medidas destinadas a mejorar sensiblemente la forma y figura de una servidora. Esto también incluye sustituir por fruta ligera lo que venía siendo un supercolacao con medio kilo de crispis y 47 galletas…

El otro día, ni corta ni depilosa, me echo al agua como si este hubiera sido mi hábitat natural de toda la vida. Allá que voy embutida en mi bañador deportivo Adidas que antaño me compré y un gorro ajeno encontrado casualmente, también de la misma marca. De repente, me paro a pensar. Mi toalla espigada* ¡también es de Adidas! Sin quererlo tengo el equipamiento completo… Diosss qué responsabilidad… ¡Es como cuando a Ronaldinho lo viste Nike! Me tomo el reto por mi cuenta e intento no fallar a mi dueña y señora patrocinadora.

Entro en una calle con dos yayitas (nada que ver con las galletas) para asegurar mi reputación y empezar flojito cuando de repente veo que… ¡zas! ¡me sobrepasan! ¡Qué manera de deslizarse! ¡Qué velocidad de crucero! Soy el mito caído, la croqueta naufragada. Superada por dos viejas pellejas en plena forma. Quien me ha visto y quien me ve…

De pronto alguien me llama, es un chico muy amable que desde la calle de al lado me aconseja con acento sudamericano: Si quieres vente a esta calle pues, que aquí yo voy solo realmente despasio no más… - y me lo dice señalando con la cabeza a las viejas como diciendo: qué fieras ¿verdad? se lo agradezco y hago la mudanza inmediatamente. Me paso – según veo señalizado - de una calle lenta (las yayitas) a una rápida…

Un ratillo después considero que para ser la prémiere está más que bien y me salgo pitando hacia el vestuario para comprobar que… ¡soy la única cuya ropa interior no es de color carne! Dios mío, ¡hasta donde se me caerán las pieles! ¡No quiero! Dentro de unos años me veo llena de corchetes, como Carmen Sevilla. Y es que el tiempo no perdona. Yo de momento me lo intento currar y ahí queda eso.


* Véase Los espigadores y la espigadora de Agnes Varda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me parto con tigo. Aunque hay historias que deberias terminarlas, tronca un final! que me tienes en ascuas!
Con esta ya me ha dado verguenza! sabes? yo soy de las que trabaja delante de un ordenador y al lado de 4 pedorras! lo de trabajar delante del ordenador, al contrario que a la mayoria de la gente, no me importa, me molesta mucho mas trabajar al lado de 4 pedorras, eso si que es insufrible!

Gracias por hacerme reir!! besazos

Matías Cobo dijo...

Cojonudo el relato. Es tronchante cuando escribes: "Sin quererlo tengo el equipamiento completo… Diosss qué responsabilidad… ¡Es como cuando a Ronaldinho lo viste Nike! Me tomo el reto por mi cuenta e intento no fallar a mi dueña y señora patrocinadora (...)". Me pasaré a menudo por aquí para echarme unas risas.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Coincido con Matías: Las líneas que él destaca no tienen desperdicio: palabra por palabra, punto por punto. Pienso ser lectora habitual de este blog. Hacía tiempo que no tenía que esforzabame por acabar un relato. Muy al contrario, esta vez no podía parar; avanzaban mis ojos. Y que pasara? ligara con el sudamericano? Se le romperá el traje de baño?...