24.4.06

[la pitusa ya no es rusa iv]

- Mira qué bien, ya no tengo que pensar qué hago de cena, que estoy aburría.
- Yo casi que me quedo la tarta que a mi marido los higos le encantan.

Cuando se guardaron toda la comida pensaron en irse.
- Bueno Katiuska hija, que te llamas como las botas, que te vas integrando en el bloque di que sí. Poco a poco.
- La comida mira, diferente.
- Ale, a pasarlo bien, ya nos vamos recogiendo que mañana hay colegios.
La Pitu, que así la llamaba Ataúlfo en petícomité a pesar de que a ella no le gustaba nada, se portó como una rusa legítima e hizo de tripas corazón.
-Katerina – decía señalándose a sí misma para recordar su nombre.- Es bien – Dijo triste. Ya no se sabe si había dado por perdida la batalla o realmente ocurría que poco le importaban las urracas. Habían quedado en evidencia, con eso bastaba.
- Te lo dije, caerían ellas solas... - le recordaba el ex-pescadero.

Mientras la Pitusa no negaba en una conversación con un par de vecinos de escalera que se le había pasado por la cabeza poner un pequeño negocio de comida rápida, el niño del tercero izquierda, tan especial y solitario él, siempre adelantado a su edad, comentó que ya tenía las primeras clientas.

Todos se giraron y pudieron ver cómo las urracas estaban metiendo la comida ¡en unos táper que se habían traído de casa!


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