22.3.06

[ya habéis pasao…]

Alber, ya no te queremos. Pero ni un pelillo, mira tú por donde. Eres un ladrón de tiempo y energía y lo sabes. Supongo que también de dinero pero vamos, que eso ya nos da igual; todo lo quitas, lo restringes, lo cierras, lo reduces, lo cortas, lo desvías… Nos cuesta movernos y eso no mola. Nos tienes fritos. Hombreee... es que… ¿Qué es eso de cortar seis billones con bé de árboles para luego hacer cientotreintaysiete mil hectáreas de zonas verdes…? La madre naturaleza está que echa chispas. Normal. A ver. Tienes a los de grinpís confundíos… no saben si soltar 300 especies protegidas de moscas cojoneras o atarse una oreja a cada parquímetro residente ( por aquello de que son verdes).

Mucho casquitoanticascotes para hacer visitas a Maripepa o como se llame la tuneladora de tus entretelas mientras los ciudadanos de a pie vivimos como eternos sufridores del Un, dos, tres; alcanzando niveles de estrés y mala leche nunca vistos. Yo personalmente aún no sé a ciencia cierta qué es el estrés pero si sé que viene siempre conmigo, como cuando te pegan un monigote por detrás el día de los inocentes…

Madrid, capital casposa y mesetaria, anticuada y conservadora. Hoy aparece como ciudad pedorra, desorganizada y fea… quien te ha visto y quien te ve… ¿Es en efecto una ciudad hecha a pegotes, sin diseñar, con barrios apelotonados sin armonía y bloques de color marrón cagalera pegados a torres de 22 pisos frente a casas bajas que van a expropiar para hacer la radial que circunvala la futura M-90, que conecta el futuro metro ligero con Cádiz y Finisterre?

Vista desde cualquier puente de la M-30 parece una ciudad futurista. Qué penuca. Hace poco leí en un diario una carta al director de una señora que comparaba las obras de Madrid con la típica superobra que se hace en una casa (tirar un baño, lijar parqués, cambiar tuberías, poner climalit…) que luego queda fenomenal pero cuando uno la hace se va de casa mientras duran las obras porque no hay quien pueda convivir con eso. A Alber se le olvidó vaciar la ciudad, terminaba diciendo la señora. Y razón no le falta…

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