16.12.13


[Bueno, bonito y barato]

Guinea Ecuatorial, ese invento colonial y perlita africana de la España-Una-Grande-y-Libre es hoy, desgraciadamente y para vergüenza de todos los españolistos posteriores al PREU, una gran desconocida.

Los que hemos tenido la ocasión de pisarla y nos hemos esforzado en quererla, descubrimos un país que, según dicen, es gobernado por salvajes venidos del bosque a los que quisimos adoctrinar y desgraciadamente en muchos casos, solo inculcamos las peores de nuestras costumbres (la mala educación, el palillo en la boca...).

La relación negro/blanco no es sencilla. Añádase a eso ser ecuatoguineano / español; colonizado  /  colonizador... perdón, civilizador, como leo que teníamos que decir.

El negro tiene un rencor en el alma al que no puede dar esquinazo. El blanco le vendió como esclavo, le encadenó las manos, le dio latigazos, le prohibió su cultura y su religión, le vendió como mercancía, le subió en barcos y le envió lejos, al infierno.

El blanco no se puede librar de su complejo de superioridad. Ha estudiado, sabe leer, puede pensar, inventa cosas, diseña estrategias, planifica su vida y es muy listo. Por eso le da pena el pobre negrito cuyo futuro es más oscuro que su piel, sobre todo si él no le ayuda.

Paradojas de la vida, el ecuatoguineano conoce España sin pisarla, puede nombrar más de cinco ciudades, platos de comida, fiestas, grupos de música, políticos... y conoce al español como si lo hubiera parido.

El español, hasta que no tiene un vecino que fue a trabajar a Guinea, no oyó hablar del país, ni de su ubicación, su idioma o su historia (que en parte es la suya propia). Ni de su cultura. Solo conoce la canción del colacao (que por supuesto no sabe relacionar).

(Mientras, el señor que toca el nvet en la semana cultural fang es visto por menos de cinco personas, incluyendo que dos de ellas trabajaban en la institución donde se celebraba. El señor del nvet canta sus epopeyas en fang y la mayoría de su exiguo público no entiende ese idioma. El señor del nvet canta para las personas que están en el bar país cebándose a tiras de samiguel)

Hoy, más de 40 años después de su independencia, el español que va a Guinea "no se halla". No entiende los ritmos, las conversaciones, los hábitos, las reacciones... porque no se parecen a lo que él ha mamado... que es lo único y por supuesto lo mejor.

Aaaaamigo... Guinea  a nadie deja indiferente. Remueve tu mierda hasta lo más hondo y te reta a que intentes ordenarla. Te empuja a convivir con tu propia esencia y claro, ¿qué hacer si esta no te gusta? Pon de tu parte, deja tu CV en casa y saca a relucir tus ganas de vivir y tus habilidades emocionales.

En Guinea lo fácil se hace difícil y lo difícil se hace fácil... es el mundo al revés donde cada uno se busca el pan y vive al día. Del money, power, respect solo se quiere lo primero. El resto es prescindible.
Pero el forastero español que se esfuerza, que pone de su parte, que se adapta, que intenta comprender la esencia de las cosas, es el que al final es comprendido. Eso sí, para hacer todo esto, necesita poner su corazón sobre la mesa, que si no se vuelve de piedra, acabará cayendo en la basura.

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