11.1.09

[A tu padre le vas a enseñar...]

Tacumbú. Puertas, candados, llaves, patios, pasillos, jungla de miradas e ideas, de vidas anestesiadas, de conductas a la deriva.

Un muro que separa el reino de lo vivo de las sombras incómodas y de los ojos que buscan. Más de 3000 hacinados entre paredes de pasajes bíblicos que predican la salvación. Manda cojones.

Nos gusta olvidar que son personas. Lo son, pero sutilemente olvidadas hasta el día que nos apetece sentirnos bien. Entonces les llevamos una obra de teatro que, por supuesto, habla del sentido profundo de la vida, de la libertad, de las rejas que nos encierran y no nos dejan ser nosotros mismos.

Entramos con pollera, sin saber que igual debiéramos haberla dejado en la entrada.Detrás nuestro, sentaditos, los 700 que mejor se portan.

Termina la obra. Silbidos y comentarios.

Aplaudí, sí, pero no de espaldas al escenario, como hubiera querido.

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