20.7.06

[ortigueirazo]

Ortigueira empezó en Santa Colomba y pasó por Betanzos. Un ZX veterano, tres personas, mochilas, iglúes, comida, bebida, mil bolsas, una tabla multiusos que nos ayudó a encallar el coche, dos borriquetas, un loro, un carro con 50 botellas de orujo y un perro hiperactivo. El pueblo abarrotao de todo, invasión peninsular, habitantes desconcertados, calor por el día y música por los rincones. Los conciertos, la excusa vil y rastrera que arrastra el campingcostra al fondo, perros flauta - todo se vende.

Nada más aterrizar buscamos lugar para acampar y mientras espero sola dos minutos se me presentan – plantándome sendos besos cada uno - dos frikipunkys (dejad que los frikis se acerquen a mí), algo así como el dúo Sacapuntas en versión borrachina y guarreta. Me dan la bienvenida. Paseando por la zona de acampada (16.000 tiendas, ahí es ná) me acordaba de un paseo en balsa por la prehistoria que había en el Parque de Atracciones cuando éramos enanos; con los mamuts, los hombres que se cubrían con pieles y comían la carnaca cruda a bocados obedeciendo a sus instintos más primarios, algunos animales carroñeros, otros parados que no se inmutaban… En Ortigueira encontramos esto mismo y es más, me atrevo a decir que fuimos parte de ello. La única diferencia es, que cuando los dinosaurios aun no existía la farlopa. Toneladas de basura, tenderetes de cualquier cosa, drogas de todos los colores. Gente supercerda, punkarras costrosos, pasaos superpasaos, gallegos nacionalistas y borrachines coloraos, camellos camuflaos, jipis tomateros… madre qué fauna.

Cuando voy paseando veo a una chica de mi cole, pendiperla de antaño, punkarra hoy día. Achupé achupé ojoplática me quedé. ¡ Eh… qué basa tronca, joder…, joder…!!! ¡Qué es de tu vida tronca, que basa! La que esto suscribe recibió una educación distinguida en colegio de monjas. En ese entorno conocí a esta persona que como es okupa con ká ya no se depila los sobacos, vive de las chapas y tiene furgoneta y perra. Eso sí, la muchacha muy maja y sus colegas también.

Al tercer día de estar allí era tal la mierda que nos rodeaba que si paseabas en chanclas cogías al menos una enfermedad venérea con cada pie. La marea humana superó cualquier previsión y si querías hacer un pis te tocaba esperar una hora de cola ( sin exagerar). Como para que te dé el apretón ahí mismo. O lo echas, o se mete padentro pasiempre. Había cola hasta para quitarse la arena de la playa en unos chorritos de agua.

Vuelta relajada, molidos por el fiestón que llevábamos en el cuerpo, quemados del sol y guarros como nunca. El perro cayó en coma. El orujo no volvió. Ansíabamos la civilización…

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