21.1.07

[cambio bici por tuercas de la m-30]

Vaya por adelantado mi más sincero agradecimiento al hijoputa que un buen día decidió coger mi bicicleta en préstamo permanente. Así se le arrebuñen los pelos del culete tanto que un día no puea echar cacotas y lo haga por la boca en forma de surtidor municipal de manera que deje inundada para siempre la sede madrileña de los niños de la bandera polluna.

El otro día ay, nos desplazemos al lugar de los hechos – es decir, mi propio barrio - con el fin de hallar alguna pista que nos pusiera sobre aviso del flagrante delito cometido. Inútil decisión. La bicicleta había volado como Heidi de tripi entre cabritas alpinas.

Paseando paseando, llegamos al boquete de entrada del túnel de la M – 30. Entramos sin pensarlo. Más alto de lo que parece y más iluminado de lo que debiera, ahí estaba, vacío, desangelado, embarrado, lleno de máquinas y herramientas, abandonado a su suerte. Anduvimos unos 20 minutos hasta salir por el Calderón. No hubo que inventar excusas para el segurata de turno porque no lo había. Me llevé dos tuercas a modo de souvenires.

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