17.12.07

[Tontín es esquín]

Por lo visto, el pueblo amaneció lleno de pegatinas con la banderita del pollo y demás lindezas trasnochadas. Tontín le llaman desde bien pequeño. Apuntaba maneras. Los niños olfatean la crueldad social del entorno y hacen uso del lenguaje sin pelos en la lengua. De familia desestructurada y con alguna ligera discapacidad, Tontín siempre estaba solo.

AJE es una pestuasociación ultraderechista que capta menores para que reproduzcan consignas y creencias que a lo mejor sus padres o abuelos ayudaron a combatir. Lo que mejor manipula a los chavales hoy día. Ni playstation ni pelis violentas ni ostias, nada como la realidad misma, descubre tu propia aventura. Si quieres, puedes salvar a la humanidad. Pero antes sálvate a ti mismo.

En los últimos tiempos les han escocido, entre otros, el Plan Ibarretxe, el Estatut catalán, la llegada masiva de inmigrantes y el matrimonio homosexual. A ver qué hacen el día que las calles cambien de nombre. Lo idóneo, el vacío informativo. Ya se sabe que a oxígeno regalado no le mires el medio, siempre ayudará a fin innoble.

Veo en un vídeo que Tontín hace un discurso como jefecillo de otros tontines...

¿Qué han hecho bien? ¿Cómo defender valores no inculcados? ¿Cómo esquivar la marginación social a base de xenofobia e intolerancia? De excluido a excluyente; de víctima infantil a verdugo juvenil; de discapacitado intelectual a minusválido social.

3.12.07

Mi querida Froilain Winvildurg:

Lamento profundamente comunicarle por carta el cese de su actividad en el hogar de los Van Pickingson, es decir, mi propio hogar. Me he encargado personalmente de hacer empaquetar sus pertenencias que pasará usted a recoger el próximo domingo, víspera del día del patrón, alrededor del mediodía. Frau Bernardette le indicará todo cuanto precise conocer.

Haciendo gala de mi característica serenidad pongo en su conocimiento que si se interroga acerca de las causas de su fulminante cese en el hogar de los Van Pickingson, es decir, mi propio hogar, me permito advertirle que ha sido para mí una opción cuando menos dolorosa pues de todos es sabido el cariño y devoción que le profesaban mis hijos pero poderosas razones me conducen a tomar la difícil decisión de la que a través de esta misiva esta teniendo usted noticia.

Como esposa y madre de un hogar decente, el hogar de los Van Pickingson, es decir, mi propio hogar y como mujer de mi tiempo preparada para cualquier adversidad he tolerado sus deplorables actuaciones bajo la mesa del despacho de mi marido, he transigido con su labor de iniciación del pequeño Antoine a la vida adulta, he obviado su peculiar relación con el abuelo Magnus y he ignorado su afición de esputar en las tazas de té que se ofrece a mis amistades dominicales.

Como ve mi labor de sacar adelante el hogar de los Van Pickingson, es decir, mi propio hogar, queda sensiblemente mermada y esto hace que, con la conciencia tranquila de saber que si la leña arde el fuego quema, le conmine a continuar su labor doméstica bajo otro techo. No olvide que incluso el rabo de toro es toro.

No quiera hacerme saber que le depara la existencia,

Sra. de Van Pickingson