29.9.06

Un día me llamó por teléfono el señor infojobs para ofrecerme un trabajo de estar dos horas dentro de un lagarto de peluche de dos metros de alto para animar un evento de literatura infantil. “Debe tratarse de un error” respondí educadamente “yo soy licenciada”. “Es por ello que me dirijo a usted” respondió el interlocutor con el mayor de los respetos. Colgué el auricular y empecé a entender un montón de cosas.

27.9.06

[fiesta]

- cajeras del Dia - Hay que ir con pantalón rojo sin planchar, lamparonao a más no poder y chaqueta o jersey rojo ( para los nostálgicos: valen perfectamente los de Privata…qué tiempos aquellos…). Al entrar en la fiesta los invitados se ponen contra una pared y se echa mano de un saco de pelotillas verdes, sin piedad. Se tienen que pasar toda la fiesta preguntando ¿tarjeta Dia tiene? y ¿Alguien va pagar con billete de 50?.

- señor miyagi – el que enseñaba a Dánielsan que kárate no aquí (en los michelines), kárate aquí ( en la sesera). Irá con papel celo en las patas de gallo pa orientalizarse y con unos palillos (de los que te dan en el chino de debajo de casa) cogiendo las moscas que vea. El que pille más de diez se pasa a las tijeritas y el bonsái. Vaya aquí pues nuestro más sentido homenaje a Pat Morita, pasando por alto que practicaba en la vida real el kárate lo que yo el arte floral y tuvo un doble en la peli aparte de poner un acento japonés de palo que nunca tuvo pues era nacido en usa pero en fin….

- miembro de la familia Iglesias- Preysler – tema más amplio de lo que a simple vista pudiera parecer, se admiten de manera excepcional, entre otros: ir de Ferrero Rocher, de farola repetidamente perjudicada por las chufas de Tamarita, de azulejo de Porcelanosa, de portero del Madrid… En cuanto al anuncio de bolitas del famoso criado, diremos desde aquí que sabemos que el anuncio es falso, no porque los bombones no aguanten en forma piramidal sino porque en él, Isabel convida a unos amigos ( pero si tú de eso no tienes pillina…)

19.9.06

[joyas celulíticas de los 80]

Me gusta el cine de los 80 porque no es el de los 70 ni tampoco el de los 90. Ya no hay tufillo de censura dictatorial pero aún no nos creíamos modernos. El público huye despavorido de las salas (el destape hace pupa) y se refugia en los brazos de Indiana Jones y Memorias de África. Es la década de la comedia madrileña, el renacer de los cines nacionales, la categoría S y el proteccionismo Miró.

Ciertos acontecimientos menores del 82 (adhesión a la OTAN, visita del Papa, la victoria electoral del PSOE, el mundial de fútbol) no lograron hacer sombra al gran suceso del año en España: la llegada a las carteleras de Buenas noches, señor monstruo.

De todos es sabido que siempre puede ser más interesante aquel que queda en segundo plano, que pasa desapercibido porque – aparentemente - no tiene tanto carisma y presencia pero puede brillar con luz propia. Le pasó al teatro de Valle Inclán frente al de Lorca, a la Campa con la Esteban (ser diabética da más tirón) y también a Regaliz (un saludito al ninguneado grupo Nins) frente a Parchís.

Parchís molaba, no nos engañemos, y su reinado fue justo y necesario, fue su deber y nuestra salvación. Su lidercillo natural era Tino, la ficha roja terror de las nenas con ese flequillo a lo me tapo un ojo y hago un meneíllo de cabeza para hacerme el interesante (luego lo copiarían los pijos quitándole todo su encanto al gesto). Pero Regaliz… Regaliz era otra cosa. Regaliz era la humildad y la sencillez; era el saber estar, niños formales y entrañables; era Do, re, mi; el Rock de los proscritos; Transformación y Buenas noches señor monstruo.

Agua de regaliz, quiero para mi /Siempre que la bebo me siento feliz…

De las pelis que protagonizaron (dos) me quedo con Buenas noches, señor monstruo, que no sale Jorge Sanz. Es una película de Antonio Mercero que cuenta la historia de unos niños que se pierden en una excursión con el colegio y como llueve a mares se resguardan en un oscuro castillo habitado por Drácula, el hombre lobo ( H- L para los amigos), Quasimodo y el doctor Frankenstein con su criaturita. Parodia infantil del cine de terror, llena de topicazos totalmente predecibles y gags casposos intercalados con números musicales como Tumba catacumba y El baile de los monstruitos. La peli termina en el museo de cera (qué madrileño todo) donde ven a los monstruos por última vez y les dan las buenas noches. La película puede parecer ñoña y petarda como ella sola, pero tiene tres cosas buenas.

1- No dejará al espectador indiferente. O sale disparado a vomitar o se queda extasiado recordando viejos tiempos y disfrutando de la estética ochentera y unos diálogos para la historia.

2- La siempre agradable presencia de Piraña. Con bocata de mortadela. Un fiera.

3- Confirma a Mercero como el director español que mejor curra con niños.

Es cierto que sí tiene un jándicap: no hay catarsis. Falta una secuencia liberadora que toque directamente el corazoncito del espectador como el primer plano de un Tino desgarrador en la canción Ayúdale ( La guerra de los niños) cuando va a la iglesia para pedir que se cure un infartado Don Matías :

¡Dios mío ayúdale!
¡Dios mío ayúdale!
Prometemos todos mejorar
si al profe vas a curar…


Si ves eso con ocho años y se muere Don Matías vas tú detrás. El montaje paralelo ( escenas de rodillas en el banquito de la iglesia con el Matías encamado) ayuda sin lugar a dudas a dominar las emociones del espectador. Hacían con nosotros lo que querían. Y nosotros tan contentos.

Lo siento, Parchís 1- Regaliz 0.


Tal como éramos. Otras joyas del 82, Laberinto de pasiones de Pedro Almodóvar, Buscando a Perico de Antonio del Rea, Estoy en crisis de Fernando Colomo, Colegas de Eloy de la Iglesia

Las recomiendo toditas.
Continuará...