Era muchas cosas pero sobre todo, era muy suave. Los brazos llenos de pecas, las venas surcando las manos, las yemas arrugadas, las uñas con rayitas. El pelo gris, precioso. El gesto dulce, amable. Me enseñó la tortilla francesa en un plato de metal, me enseñó poesía a cualquier hora, me enseñó. Tenía un abrigo de rulitos. Y una gabardina también. Niño, déjame que baile. El anillo, el porche, las calles bien asfaltadas, no rechazar ninguna comida, la llave por dentro, atraviésate tú también. Ellos, la faca en la faja. Como va a ser usted, si tié mas años que la orillal río.
Fue la primera vez que entendí que a las personas nos mueve el AMOR.
Me crucé con un ángel. Y aproveché lo que pude o lo que quise, no estoy segura. Donde estas, he perdido tu estela. ¿Me estás mirando? Dime algo. Muy de vez en cuando pienso tanto en ti… Tu infinita bondad, ternura y cariño, respeto y comprensión. Siempre pensando en los demás, siempre mirando el lado amable de las cosas, siempre quitándote importancia. Un hueco que no llena nadie.